Soy psicoterapeuta
Estudié la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, donde adquirí formación científica y aprendí acerca del modelo cognitivo-conductual principalmente.
Disfruté de mi participación como sujeto experimental en todos los estudios que pude, y debo a la investigación en Psicología Social, ya desde el otro lado, mi conocimiento sobre identidad social, es decir, sobre cómo la pertenencia a diferentes grupos sociales contribuye a la construcción de nuestra identidad (la idea que nos hacemos y el sentir que desarrollamos acerca de quiénes somos).
Participé, dentro del Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones, en investigaciones sobre Identidad Social, Asimetría de Poder, Estrategias de cambio de actitud hacia grupos estereotipados… Este campo me resultó más productivo y estimulante en mi formación que las materias oficialmente relacionadas con la clínica.
Paralelamente, estuve en un proceso psicoterapéutico personal intenso y transformador y, pasado un tiempo, compaginé psicoterapia con formación psicoanalítica privada, de mano de maestros experimentados (Pilar de Pablos y Miguel Ángel Sanmartín, entre otros), y en grupos de estudio teórico y de casos.
Mi aprendizaje como paciente en un proceso intenso, lleno de vivencia y reflexión, es el mayor responsable de lo que hoy soy como psicoterapeuta. De mi psicoterapia aprendí la importancia de la escucha, la importancia de la flexibilidad, la importancia de cuestionar lo aprendido en teoría cuando lo que observas en el paciente, o lo que escuchas, contradice lo aprendido en teoría.
Me han aportado mucho profesionalmente mis lecturas de autoras y autores de diferentes corrientes teóricas en psicología, tanto clínica como social, además de algunos neurólogos, antropólogas, filósofos y poetas. Con ninguno de ellos hago identificaciones masivas, sino que incorporo y hago mío lo que me convence, provenga del enfoque teórico del que provenga.
Para mí, en psicoterapia, se trata de crear un espacio seguro que permita a quien consulta mirar a su interior para explorar en libertad, sin ser juzgado, el mundo de su sentir, sus anhelos, dudas, miedos, fortalezas y debilidades. No se trata de darle caminos hechos al paciente, a modo de instrucciones, sino de poner medios para que él -o ella- construya su camino, uno no prefijado, su propio sendero hacia el bienestar. Esto solo es posible con apertura, sin rigideces:
La manera será siempre única para cada par paciente – terapeuta, únicos los medios que se irán descubriendo en la relación terapéutica.
He tenido el privilegio de pertenecer, durante catorce años, al equipo de psicoterapeutas que colaboró con la Asociación Antares (Trastornos de la Conducta Alimentaria). En ese tiempo llevamos a cabo distintas tareas: diseño y administración de campañas de prevención de Trastornos de la conducta alimentaria (TCA), coordinación de grupos de familiares de personas con TCA y atención a pacientes en psicoterapia individual, de pareja y familiar, entre otras.
Podría insistir en mi currículum pero miro lo escrito y compruebo que lo anterior no contiene lo que de verdad quiero transmitir: que adoro mi trabajo. Que me gustan los sábados, pero también los lunes, que No importa lo difícil que parezca tu problema. No importa lo dura lo extraña que pueda resultarte tu vivencia, porque no me rindo, nunca. Tengo confianza total en que si uno se pone en camino… el paisaje empieza a cambiar. Que el conocimiento solo es una (valiosa, sí) parte de la receta para avanzar. Que lo más importante de la relación terapéutica es que es una relación.
Que adoro mi trabajo. Que me gustan los sábados, pero también los lunes, que no importa lo difícil que parezca tu problema, lo duro, lo extraña que pueda resultarte tu vivencia, porque no me rindo, nunca.