Mi vivencia con Sara
Recuerdo perfectamente el día que conocí a Sara y que entré por primera vez en su consulta: estaba desesperada y necesitaba ayuda. Pero también dudaba de la eficacia de una terapia, cuánto duraría, cómo funcionaría, a dónde me iba a llevar todo aquello…
También recuerdo la sensación cuando salí aquel primer día: sentía que podía respirar de nuevo, me había quitado de encima un peso tremendo y flotaba al andar de vuelta a casa.
Aquello fue, por supuesto, una sensación momentánea, más o menos duradera, sobre la que había que trabajar; sin embargo, fue el principio del cambio. Mis miedos acerca de la eficacia de la terapia habían desaparecido: Sara había logrado que en la primera sesión intuyese que era posible salir de “mi pozo”. Y es que lo que encontré en aquella primera sesión fue una persona que me escuchaba con atención, que comprendía lo que le contaba, empática a más no poder y que sabía qué preguntarme, qué contestarme para guiar mi narración de tal manera que yo misma fuera explorando mi interior.
Fue una experiencia dura a veces, liberadora en cualquier caso, que me enseñó tantas cosas, sobre mí misma y sobre los demás.
Yo misma aprendí a tener más empatía con la gente que me rodeaba, más paciencia y entender que todos, todos, somos susceptibles de tener un problema parecido al que me ocurrió a mí: un trastorno alimenticio. Algo, que cuando decidí buscar ayuda, me resonaba en la cabeza como “un problema incurable”; todas las estadísticas, artículos y noticias que leía acerca de este problema me decían que, en la mayoría de casos, el paciente nunca se cura, siempre sigue siendo alguien que se ve afectado o que sufre en cierto modo con la comida.
Sara me enseñó a tener paciencia, sabiendo que podía revertir aquella situación, que cada persona es única y no pertenece a “una estadística”, que se puede romper la barrera y llegar a ser lo que soy hoy: una persona que ha vuelto a vivir, que disfruta cada día, con sus problemas, como cualquiera, pero sin que la comida sea uno de ellos.
Y por supuesto que hay momentos duros que se acaban convirtiendo en un flashback de antiguas sensaciones, pero es que Sara también me enseñó a combatirlos sola, a tener mis propias armas para acabar con ellos y volver a mi vida, sin ruido de fondo, en la que soy libre, libre de lo que como y cómo esto me hace sentir.
A cualquier persona que esté pasando ahora mismo por un momento similar, en el que siente que la situación le sobrepasa y que ya no tiene medios de combatirla solo, desde mi experiencia te digo: no tengas miedo, hay medios para salir de ahí; será un proceso duro y quizás más largo de lo que esperas, pero será tremendamente gratificante; con Sara volverás a encontrar la persona que eras y que siempre fuiste, te sentirás acompañado en el proceso y lograrás acabar con esa sensación que esta parando tu vida.